La enseñanza en ambientes virtuales, no sólo se basa en la incorporación de herramientas digitales al aula, sino en desarrollar competencias en los docentes para educar con ellas. Aspecto complejo si se tiene en cuenta las implicaciones en las prácticas culturales tales como lo afirma Hopenhayn (2003): un reordenamiento de mediaciones simbólicas; se genera un cambio en las coordenadas espaciales y temporales de la comunicación; se modifican los esquemas cognitivos en la interacción con el mundo virtual; se produce un nuevo espacio comunicativo global, y se establece una nueva relación entre lo virtual y lo real.
Dichas transformaciones requieren modificaciones conceptuales y procedimentales en el quehacer del maestro, pues no sólo el entorno cambia, sino también el tipo de estudiante que llega a la escuela, tanto así que autores como Prensky (2001)plantean que una gran diferencia entre “nativos digitales” e “inmigrantes digitales”. Los primeros son las generaciones que han adquirido las competencias computacionales y la navegación por Internet de la misma manera que adquirieron su lengua materna. Los segundos, inmigrantes digitales, han tenido que aprenderlo con dificultad y lo manejan como segunda o tercera lengua.
De esta manera el docente se enfrenta como inmigrante digital a un grupo de estudiantes para quienes la apropiación tecnológica es más fluida y natural, y por ende debe procurar acercarlos desde sus variados estilos y ritmos de aprendizaje al conocimiento y el aprendizaje.
Entonces ¿Qué hacer?, ¿Cómo vence el docente sus propias barreras y brechas?, ¿Qué tipo de transformaciones deben realizarse?